martes, 25 de diciembre de 2012

Queremos saber cómo y por qué la crisis del periodismo nos afecta a todos.







Queremos saber, es un libro donde doce periodistas de una amplia trayectoria internacional en los medios más diversos, de prensa escrita, radio y televisión, reflexionan sobre la crisis que está atravesando el periodismo y también las dificultades que tiene un corresponsal para poder realizar dignamente su trabajo y en unas condiciones mínimamente humanas.

El primer capítulo se titula‘’El semáforo de Mondoñedo’’, y está escrito por Enric González. Lo más interesante que nos cuenta este periodista, es que se debe llevar a la práctica un periodismo global, esto quiere decir que, cuentes lo que cuentes debe ser a la vez local e internacional, ya que tienen que ser noticias que se cuenten tan detalladamente como si fuesen locales, pero sean de un interés internacional, ya que en estos tiempos de crisis si no es interesante la noticia, no encontrarás apoyo económico.

El segundo capítulo se titula ‘’De Twitter al monstruo’’, y está escrito por Marc Massets. Este periodista, nos cuenta que con la llegada de redes sociales como Twitter, que se están convirtiendo en nuevo medio de comunicación bastante importante, los periodistas tienen que aceptar la realidad de que están obligados a ser mejores, ya que tienen el deber de contar las noticias de forma diferente, de una forma que enganche al público, puesto que seguramente esa noticia ya la hayan leído en 140 caracteres de Twitter, y no les interese saber de esa noticia otra vez, a no ser que les des algo que haga que quieran saber más de ella.

Con el avance de la tecnología, los periodistas han perdido el monopolio de la comunicación, sobre todo los corresponsales, ya que ahora con las redes sociales cualquier persona del mundo puede informar de algo que esté pasando en su país.

El principal problema, es que en estos tiempos de crisis que corren, los propietarios de los grandes diarios no disponen del dinero ni de la voluntad para desplegar una cobertura internacional original y de calidad, por lo que es más difícil mantener la atención de los lectores, que preferirán ver las noticias en Twitter en vez de comprarse el periódico.

Lo que sí está claro es que los periodistas no desaparecerán, ya que siempre va a existir la necesidad de saber más de lo que el gobierno nos explica.

El tercer capítulo se titula‘’El tiempo robado’’, y está escrito por Pilar Requena. Esta periodista, nos cuenta que las tendencias están cambiando, ahora las televisiones no parecen apostar por una programación de producción propia y de calidad, y, además, esto se agrava en los últimos años ya que hay una tendencia creciente a que los periodistas en pantalla sean jóvenes, con un físico atractivo, dejando de lado a los periodistas más expertos y con más años en la profesión. Ya no importa la experiencia, ni los conocimientos, ni la capacidad de conseguir información, ahora sólo se busca entretener al público. Podemos decir que se ha convertido en un Show.

Con respecto a los enviados y a los corresponsales, todo el mundo tiene envidia de todos los lugares que conocen, pero nadie sabe la situación real en la que se encuentran. Viven el horror de cerca, palpan la muerte, sufren cuando hay problemas con el envío de las crónicas, para que luego ni si quiera se haya emitido en el informativo. Hay quien no reconoce ese esfuerzo, que no escucha, que no valora ese trabajo lo suficiente. Pero, al final, siempre siguen adelante, sienten la obligación de ser los ojos de aquellos que no pueden estar allí.

El problema de los medios hoy en día, es que cada vez dan menos información internacional o ésta queda oculta en medio de asuntos nacionales y de sucesos y de deportes y plagada de estereotipos o de noticias repetitivas. Otro problema notable, es la inmediatez, que hace que se pierda la parte más verdadera del oficio, la de buscar información y reflexionar, la de conocer al‘’otro’’.

El cuarto capítulo se titula‘’Qué pasó mientras estábamos fuera’’, escrito por Ramiro Villapadierna. Este periodista, nos cuenta que el descaro y la acritud han envenenado la década periodística en España, y, lo han convertido en uno de los servicios más pobres.

Mientras los corresponsales están en otro país buscando noticias, los jefes están detrás decidiendo qué es lo que le interesa y lo que no al lector.

Se echa la culpa a Internet, pero quizá también sea debido a que los medios de masas han cosechado deserciones en masa.

La prensa española se ahoga en una crisis variada: de credibilidad, de identidad, sectorial y económica. Se ha vuelto tan desagradable ser periodista en España que es suerte poder esquivarlo alegando ser corresponsal, sorteando además odiosas comparaciones entre periodista y blogger.

Aún así, los corresponsales cogen fuerzas y siguen con el pensamiento de que la opinión pública tiene derecho a saber qué están haciendo nuestro gobierno, nuestros ejércitos y aliados, económicos o militares, en su nombre.


El quinto capítulo se titula‘’Alimentar a la bestia’’, escrito por Mikel Ayestaran.

Este periodista, nos cuenta que la falta de oportunidades, los contratos basura y colaboraciones mal pagadas son un muro infranqueable para la mayoría de los aspirantes que desean trabajar como periodistas, por lo que al final, acaban optando por caminos diferentes.

Con respecto a la información internacional, cuenta que ha sido duramente golpeada por la crisis y resulta caro costearla, por lo que ha crecido el número de corresponsales y enviados especiales low cost. También, esta crisis se debe a que España ha perdido interés en el área internacional, ya que pertenece a la Unión Europea y no se presenta con ninguna identidad propia. En cuanto a la cantidad de dinero que ganas, muchas veces en este tipo de periodismo, aunque narres un bombardeo, es menor que cuando mandas una crónica de fútbol sala del barrio.

En la información internacional, también podemos hablar de la introducción de lo que se conoce como fast food, ya que se ha recortado mucho tiempo en la elaboración de la noticia y se puede decir que se ha convertido en los refritos de agencias y páginas de internet.

El sexto capítulo se titula‘’Reporteros vocacionales buscan refugio informativo’’, escrito por Mónica G. Prieto.

Esta periodista, nos cuenta que las condiciones en el reporterismo han cambiado mucho en pocos años. Antes, había mucho tiempo para ver, analizar, preguntar, anotar todo en tu bloc de notas, hacer fotografías, etc., sin presión y sin prisas. Ahora nos vemos inmersos en una crisis existencial del periodismo que no es tanto económica, sino que afecta al espíritu de una profesión que tenía un gran afán por saber y por mostrar lo que el poder no quería que se mostrase. Nos hemos acomodado al poder, somos manipulados, hemos dejado de interesarnos por saber y nos hemos contentado con la versión que nos dan aunque sepamos que no tenga nada que ver con la realidad.

Aunque esta profesión se fuera convirtiendo poco a poco en la peor valorada por la sociedad, los informadores y los responsables de los medios no se querían dar cuenta, se creían el cuarto poder incluso cuando ejercían de esclavos del poder.

Los gestores se apoderaron de todo lo que hacían los buenos periodistas y esos buenos periodistas mutaron también en gestores económicos. Todo esto era un círculo vicioso cuyo único fin era manejar la información y manejar a parte de la opinión pública, por lo que la verdad dejó de interesar a esos empresarios.

El séptimo capítulo se titula ‘’El suicidio de una profesión’’, y está escrito por Javier Espinosa. Este periodista, nos cuenta que la invención de Little Printer representa uno de los males que adolece al periodismo y a la información hoy en día.

Critica la disminución del tamaño de una noticia o reportaje, ya que los lectores están pagando lo mismo que antes pero para estar menos informados. Esto se debe a que cada vez más se intenta imitar el estilo de las noticias que aparecen en Internet.

Debido a la rapidez de Internet, la noticia de ayer se ha quedado anticuada y ya no tiene ningún sentido que aparezca en los periódicos, por lo que deberían apostar por reportajes, historias propias, etc. Así los lectores pagarían, pero por buenas noticias de gran calidad, no por la rapidez y la mala e incompleta información.

El octavo capítulo se titula‘’El último corresponsal’’, y está escrito por David Jiménez.

Este periodista, nos cuenta que en esta profesión nada es lo que parece. Al inicio de tu carrera sueñas con ser reportero, vivir experiencias increíbles, conocer un montón de gente y de sitios nuevos, etc., pero luego te encuentras con que tu trabajo no se parece en nada a lo que habías imaginado. Acabas cubriendo noticias aburridas y asistiendo a ruedas de prensa, y, cuando menos te lo esperas, te convierten en corresponsal científico, aunque no tengas ni idea de qué es lo que tienes que hacer en tu nuevo puesto.

Aunque te pase todo esto, un día puedes tener suerte, y, verte de repente haciendo las maletas para cubrir una noticia en cualquier parte del mundo. Ahí sientes que empieza de verdad tu carrera periodística, que estás empezando a hacer lo que realmente querías y que a partir de ahí todo irá sobre ruedas.

El noveno capítulo se titula‘’Malabaristas del periodismo’’, y está escrito por Mayte Carrasco. Esta periodista, nos cuenta que los reporteros de guerra son como malabaristas que se enfrentan día a día a numerosos peligros de los cuales quizá no salgan con vida, para que luego lo que te pagan por tu noticia haga que no haya merecido la pena. Pero, en estos tiempos de crisis, te das cuenta de que es mejor que nada y que seguramente sea más de lo que puedas ganar aquí.

En cuanto a los freelance, comenta que deben ahorrar bastante dinero para cuando tengan que ir a cubrir una guerra, ya que, el dinero que lleven, les servirá para disminuir el riesgo de morir. Esto se debe a que cuanto más dinero lleves podrás contratar unos servicios de mayor calidad en los cuales estarás más protegido.

Todo esto se debe, a parte de la crisis, a la poca ayuda que ofrecen las empresas en nuestro país a sus colaboradores, envidiando así a los servicios que otros países les ofrecen a los suyos.




El décimo y último capítulo se titula ‘’La agonía del mensajero…’’, y está escrito por Javier Martín.

Este periodista, nos cuenta que hoy en día la verdadera pérdida a la que nos enfrentamos es la del periodismo pausado y profundo, la reflexión, la investigación, el testimonio, el contacto con las personas y la empatía hacia ellas, etc., que ha pasado a ser todo lo contrario, por lo que el periodismo se está debilitando.

También, otro tema preocupante que ha hecho temblar los cimientos de la profesión ha sido la aparición de la red y del aumento del uso de Internet por parte de la población, ya que proporciona muchas facilidades. Pero también tiene su parte mala, puesto que Internet ha acabado con el monopolio de información que tenía el periodismo, ahora cualquier persona puede divulgar noticias, algunas de ellas de una calidad ínfima y poco veraz. Noticias como estas hacen que el periodismo sufra una gran pérdida de valores y que se esté erosionando gravemente su prestigio.

Debido a esto, los periodistas están obligados a adaptarse a los nuevos tiempos, ser capaces de competir y ser capaces de demostrar que aún queda buen periodismo interesado en contar detalladamente la verdad, acercarse a la gente para que les cuenten los hechos, tomarse el tiempo necesario para obtener y redactar una noticia de calidad, y, sobre todo, contar más de lo que los grandes poderes de este país quieren que cuenten.


Como conclusión, podemos decir que está más que claro eso de que la crisis del periodismo nos afecta a todos, puesto que cada vez estamos menos informados y las noticias son de una calidad ínfima y pocas veces verificadas. Pero, el problema no es sólo ese, el problema es que a la mayoría de la población parece que le da igual, se contenta con lo que les cuentan.

Con respecto al pequeño porcentaje de la población que les preocupa esto, tampoco están bien informados, puesto que suelen criticar sin saber y echar la culpa de todo esto a los periodistas que simplemente están haciendo el trabajo como les mandan sus jefes, como cualquier otro empleado de cualquier empresa, ya sea de comunicación, o no. La culpa de todo esto, aparte del mal uso que hace la gente de su poder en internet y de la crisis económica que claramente es un pilar fundamental ya que no hay recursos, es, claramente, de las grandes empresas de comunicación que en vez de hacer todo lo que está en sus manos para sacar a flote esta profesión, hacen todo lo contrario, provocando así la crisis de prestigio que en este país sufre el Periodismo.






 

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