jueves, 27 de diciembre de 2012

Mi autobiografía.


Mi nombre es Lucía Guerra Moreno, tengo dieciocho años, y nací el 21 de Marzo de 1994 en el Hospital de la Paz (Madrid). Mis padres, son Santiago Guerra Salazar y Rosario Moreno Redondo, dos personas que, aunque discuta siempre con ellas, las quiero mucho (bueno, este sentimiento disminuye cuando me obligan a hacer rutas muy largas cuanto vamos a la montaña. Muy bonito, pero muy cansado).

Vivo, y he vivido siempre, en un barrio humilde y obrero de Madrid, llamado San Blas, con mis padres y mi abuela Carmen. Mi barrio nunca ha tenido buena fama, pues siempre se ha dicho que había muy mala gente, y es que, en verdad, había  gran cantidad de drogadictos que se situaban a lo largo de la calle que recorría el parque Paraíso. Pero eso ya ha cambiado, y, se puede pasear tranquilamente por todo el parque. Tenga la fama que tenga, tengo claro que mi barrio no lo cambiaría por ningún otro sitio que me pudieran ofrecer, son muchos recuerdos.

Cuando era pequeñita, pasé el periodo de infantil y de primaria en un colegio que está al lado de mi casa, llamado Alberto Alcocer. Allí, viví gran cantidad de primeras experiencias; hice un montón de amigos, algunos de los cuales sigo teniendo en la actualidad; tuve mis primeros novios, sí, en esa época que con sólo darte la mano ya erais novios para siempre, y, que además, no te contentabas con tener  solo uno, sino que tenías cuatro o cinco novios por lo menos; hice mis primeras perrerías, de las cuales me voy a acordar siempre, sobre todo de una, cuando aún estaba en educación infantil: un niño de mi clase necesitaba ir al baño pero la profe no le dejaba, y yo, tan considerada, viendo a mi pobre compañero que no se aguantaba las ganas, le planteé la posibilidad de que hiciera pis debajo de la mesa, total, nadie se daría cuenta. Él, tan inocente, probó mi idea. Craso error. La profesora se dio cuenta y le mandó ir a por una fregona para limpiar el suelo. Me echó las culpas, pero obviamente la profesora no le hizo caso. La verdad es que parece malvado, pero me río una barbaridad cada vez que lo recuerdo.

De esta etapa siempre recordaré también los odiosos cuadernos de caligrafía, que más que ayudar, hicieron que pasara de saber escribir un 8, a hacerlo totalmente torcido, y que, fueran todos los niños de mi clase corriendo en manada a llamar a mi madre para que hablara con la profesora, como si hubiera hecho algo malo.

Durante todo ese tiempo, también puedo añadir que tuve mis primeras mascotas, como por ejemplo un pollito, de esos que vendían antes y los pintaban de colorines, solo que el mío tenía su color natural, no me gusta que hagan esas cosas con los animales; un hámster blanco al cual le puse de nombre Faibol, porque me recordaba a la peli de dibujos; una pareja de pequeñas tortuguitas, que tristemente me duraron bastante poco, la verdad; mis periquitos Curro y Luna, los cuales eran muy buenos, sobre todo Curro, ya que le tenía mucho cariño y siempre recordaré cuando le guiñaba el ojo y seguidamente él hacía lo mismo…,etc. Pero nunca conseguí tener la verdadera mascota que siempre he querido, un gatito, al cual le hubiese llamado Orión por la peli de Los Hombres de Negro, donde sale un gato que tiene un collar, en el interior del cual se haya la constelación de Orión. He de añadir que en la actualidad lo sigo queriendo, y aún no lo he conseguido, pero prometo que cuanto me independice tendré mi ansiado gato, que, por supuesto, se llamará Orión.


Más tarde, comencé mis estudios de secundaria, en un instituto llamado Gómez Moreno, que también está cerca de mi casa. Allí, empecé a descubrir qué era eso de estudiar de verdad, tuve mis primeros suspensos, mis primeras recuperaciones, etc., aunque he de decir muy orgullosamente que siempre acababa sacando muy buenas notas y nunca he tenido que ir a septiembre. También empecé a saber cuál era mi vocación, la naturaleza, por lo que mi mayor ilusión era ser bióloga. Pero esa ilusión se vio arruinada por mi queridísimo profesor de matemáticas, llamado Andrés, que sin duda consiguió que esa asignatura no fuera lo mío, bueno, ni mío, ni de nadie de clase, todo hay que decirlo. Por lo que hizo que huyera de la rama de Ciencias, muy a mi pesar, cansada de tanto tiempo de academias para un aprobado raspado. Con lo cual, en bachillerato opté por la rama de Humanidades, que parecía no dárseme del todo mal.

Por esas alturas, se empezaron a abrir en mi mundo nuevas ventanas de posibilidades, nuevas carreras empezaban a llamarme la atención, como por ejemplo Comunicación Audiovisual o Diseño Gráfico, ya que siempre me ha encantado la fotografía y hacer montajes; claramente, también Periodismo, puesto que siempre he mostrado gran interés por todo lo que se mueve en ese mundo.

También, empecé a conocer mucha más gente nueva, tanto en el instituto, como fuera de él, ya que el primer año de secundaria, decidí ir a pasar el verano al pueblo donde vive mi primo Alejandro, llamado Orusco de Tajuña, aquí en Madrid. Sin duda, la mejor decisión que pude tomar.

Allí empecé a saber lo divertido que eran las fiestas de los pueblos; a conocer a muchísima gente con la que me llevo increíblemente bien, como por ejemplo Jonathan y Kayliegh, que se han convertido en mis mejores amigos.  Aunque, también he de decir, que aunque hice muchos amigos, también conocí gente que mi presencia no les parecía ni les sigue pareciendo de mucho agrado, sobre todo a las chicas del pueblo. Envidia, lo más probable, ya que los chicos preferían conocer a alguien de fuera. Está mal que yo lo diga, pero en esta caso, es lo que pasa realmente.

Con respecto a mi amiga Kayliegh, puedo decir que desde el principio se convirtió en mi mejor amiga y siempre lo seguirá siendo, es como mi hermana. Pero, uno de los mayores problemas, es que se mudó a Galicia, y, desde entonces nos vemos muy poco. Incluso puedo decir que desde hace ya tres años me es imposible verla, pero hablamos todo lo que podemos. Sin duda, es una pena…

Por lo que se puede observar, su nombre parece bastante raro, pero no hay que engañarse, se escribe así, pero se pronuncia ‘’Keli’’, simplemente. Seguramente su madre decidiera ese nombre porque le recordaba a su tierra, ya que ella es inglesa. Lo más curioso de que su madre sea inglesa, es que Kayliegh, lo que es saber inglés, sabe más bien poco. Su madre nunca se ha preocupado en enseñarla.

Más tarde, empecé Bachillerato, que no se me dio nada mal, sobre todo el primer curso, donde saqué muy buenas notas. En todo el tiempo que estuve haciendo primero de bachiller, me lo pasé bastante bien, me llevaba genial con la gente de mi clase, pero, cuando realmente empezamos a unirnos de verdad, aunque es triste que sea por este motivo, es cuando el día 10 de Octubre de 2010 falleció Quique en un accidente de moto. Un buen amigo de clase, un chico de 16 años que le quedaba muchísimo por vivir, un chico que tenía muchos sueños y metas por cumplir, y que desaparecieron en un segundo, por culpa de la imprudencia de alguien que tendrá ese remordimiento para el resto de su vida…

Cuando terminé primero de bachiller, estaba muy contenta, había aprobado todas las asignaturas y me esperaba un grandísimo verano, en el que podría ir a las fiestas del pueblo porque no tenía que ir a las recuperaciones, todo iba sobre ruedas.

Realmente, me equivocaba, no todo iba sobre ruedas, no sabía que cuando llegara el día 21 de Agosto de ese año 2011, mi vida cambiaría por completo. De nuevo, tuve que recibir otra trágica noticia, que esta vez venía por partida doble: mis amigos Pablo, más conocido como Eche (por su apellido, Echegoyen) y Alberto, habían fallecido.

Sin duda cambió mi vida, eran dos personas muy importantes para mí: Alberto me ayudaba en todos los malos momentos con sus consejos, y Eche siempre me sacaba una sonrisa de oreja a oreja en cualquier momento del día. Son únicos e irreemplazables. Pase el tiempo que pase, para mí, seguirán siendo los mejores.

Fue una cosa de estas que te marcan para siempre, ya que no fue un típico accidente de coche o de moto, como le pasó a Quique, sino la mala cabeza de una persona que les dio a tomar algo que no les debería haber dado nunca. Fue algo mucho peor, algo que te causa una impotencia demasiado grande, un suceso que se queda clavado en el corazón y en la mente para el resto de tus días… Desde entonces, la palabra ‘’estramonio’’ es mi peor enemiga.

Una de las cosas que más vergüenza y rabia me da de este suceso, es que la gente no se concienció en absoluto. Después de esto, lo único que escuchaba eran bromas y más bromas sobre lo ocurrido, demasiados comentarios tipo: ‘’ ¡échame un poco en el cubata!’’. Penoso. Por lo que puedo decir que sí, la gente me da vergüenza, ya no solo por la gran indiferencia de saber que pueden herir a alguien con esos comentarios, sino porque sin duda, que haya ocurrido algo así no les hace cambiar sus hábitos, ni pensar absolutamente en nada. Mentes vacías, cabezas huecas… como se quiera llamar, pero es la cruda realidad.

 

 Cambiando de tema, el segundo curso de Bachillerato fue bastante más difícil, y, en el segundo trimestre, suspendí Griego y Latín… En mi defensa diré que la profesora era realmente un sargento, y las clases con ella eran insufribles. Pero, la demostré que podía sacármelo, y en el tercer trimestre aprobé absolutamente todo, con lo cual, ya no tendría que verla nunca más. Gran ilusión, no puedo negarlo.

Sin duda, fue el verano más largo de mi vida, ya que terminábamos en Mayo, y, aunque tuviéramos que ir a selectividad en Junio, no teníamos que volver a clase.

Selectividad no fue nada mal, al principio iba muy nerviosa, y la primera noche casi ni pude dormir, más concretamente me dormí a las cuatro o cinco de la mañana, teniéndome que levantar a poco más de las siete. Pero no era tan malo como yo pensaba, saqué en total un 8,035. Aunque realmente, quedé un poco decepcionada, todo hay que decirlo.

Con respecto a este curso, puedo decir que también viví una de las mejores experiencias de mi vida, cuando por Navidad me regalaron un pajarito de 23 días de edad, de una especie llamada Agaporni. Tuve que criarle yo, dándole papilla y mucho cariño, y además mucha paciencia ya que tenía que aprender a volar. Le llamé Kiwi, puesto que su plumaje en mayor parte es verde. Después descubrí que era hembra, pero decidí que ese nombre no le quedaba nada mal. Es una pájara muy lista y muy cariñosa, aunque últimamente tiene muy mala leche.

También puedo decir, que conocí y empecé a salir con un chico llamado Juan, con el que sigo actualmente. Es un chico muy bueno, cariñoso, que me hace regalos y me invita a cenar, y, aunque tenga mala memoria, le quiero un montón.

Este año 2012/2013, he empezado mi carrera de Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid. De momento no va nada mal, hacemos muchos trabajos y aprendemos mucho cuando tenemos que entrevistar a periodistas, o cuando tenemos que salir a la calle a preguntar cosas a la gente que pasa, aunque la mayoría se asusten y salgan casi corriendo. Es gracioso, pero lo digo totalmente enserio.

Con respecto a los exámenes los tenemos al final de cada cuatrimestre, por lo que todavía no hemos hecho ninguno, así que, espero que me salgan muy bien y que no me puedan los nervios de enfrentarme a algo nuevo. Aunque, he de decir que me conozco lo suficiente como para saber que me pasará, y, que me pondré muy nerviosa.

 En la universidad, he conocido a mucha gente nueva, muy maja, la mayor parte de otras ciudades españolas, por lo que hay veces que me siento un poco fuera de sitio, en el sentido de que tienen costumbres, formas de hablar y un comportamiento un poco diferentes a las personas de aquí. Diría que somos un poco más bastos y despreocupados a la hora de hablar, por lo menos por lo que he visto hasta ahora.

 Sin duda alguna, echo de menos a mis antiguos compañeros de clase, y, he decir, que aunque esté conociendo a mucha gente nueva no hay nadie mejor que mis amigos de siempre, no les cambiaría por nada.

Sobre este año también puedo decir que a mi pajarita Kiwi le compré un amiguito, llamado Cuqui, con el que dentro de poco va a tener pollitos. Y, por supuesto, no se me olvida, ahora en casa tenemos una nueva inquilina, una ardilla coreana muy bonita, pero muy dormilona.

Ahora, mi objetivo es saber qué nombre ponerle, porque a veces soy muy indecisa y me está costando bastante encontrar uno que me convenza lo suficiente.

Mis planes de futuro son variados, me gustaría terminar la carrera de Periodismo y encontrar un buen trabajo, ya que ahora con la crisis y sobretodo la situación que está atravesando esta profesión, está muy mal poder encontrar algo, así que espero tener suerte.

También me gustaría sacarme el carnet de conducir, y poder ir a los sitios que yo quiera sin necesidad de depender de nadie.

Y, por último, viajar mucho. No tengo que quedarme sin ir, a sitios como por ejemplo, el Machu Picchu, que tiene que ser increíble; hacer un Safari en África para poder ver a todos los animales salvajes que por allí se encuentran;  ir a alguna isla paradisiaca a relajarme y bucear para ver la fauna marina, etc.

No sé si pido demasiado, pero espero poder cumplir todo esto algún día.




 

martes, 25 de diciembre de 2012

Queremos saber cómo y por qué la crisis del periodismo nos afecta a todos.







Queremos saber, es un libro donde doce periodistas de una amplia trayectoria internacional en los medios más diversos, de prensa escrita, radio y televisión, reflexionan sobre la crisis que está atravesando el periodismo y también las dificultades que tiene un corresponsal para poder realizar dignamente su trabajo y en unas condiciones mínimamente humanas.

El primer capítulo se titula‘’El semáforo de Mondoñedo’’, y está escrito por Enric González. Lo más interesante que nos cuenta este periodista, es que se debe llevar a la práctica un periodismo global, esto quiere decir que, cuentes lo que cuentes debe ser a la vez local e internacional, ya que tienen que ser noticias que se cuenten tan detalladamente como si fuesen locales, pero sean de un interés internacional, ya que en estos tiempos de crisis si no es interesante la noticia, no encontrarás apoyo económico.

El segundo capítulo se titula ‘’De Twitter al monstruo’’, y está escrito por Marc Massets. Este periodista, nos cuenta que con la llegada de redes sociales como Twitter, que se están convirtiendo en nuevo medio de comunicación bastante importante, los periodistas tienen que aceptar la realidad de que están obligados a ser mejores, ya que tienen el deber de contar las noticias de forma diferente, de una forma que enganche al público, puesto que seguramente esa noticia ya la hayan leído en 140 caracteres de Twitter, y no les interese saber de esa noticia otra vez, a no ser que les des algo que haga que quieran saber más de ella.

Con el avance de la tecnología, los periodistas han perdido el monopolio de la comunicación, sobre todo los corresponsales, ya que ahora con las redes sociales cualquier persona del mundo puede informar de algo que esté pasando en su país.

El principal problema, es que en estos tiempos de crisis que corren, los propietarios de los grandes diarios no disponen del dinero ni de la voluntad para desplegar una cobertura internacional original y de calidad, por lo que es más difícil mantener la atención de los lectores, que preferirán ver las noticias en Twitter en vez de comprarse el periódico.

Lo que sí está claro es que los periodistas no desaparecerán, ya que siempre va a existir la necesidad de saber más de lo que el gobierno nos explica.

El tercer capítulo se titula‘’El tiempo robado’’, y está escrito por Pilar Requena. Esta periodista, nos cuenta que las tendencias están cambiando, ahora las televisiones no parecen apostar por una programación de producción propia y de calidad, y, además, esto se agrava en los últimos años ya que hay una tendencia creciente a que los periodistas en pantalla sean jóvenes, con un físico atractivo, dejando de lado a los periodistas más expertos y con más años en la profesión. Ya no importa la experiencia, ni los conocimientos, ni la capacidad de conseguir información, ahora sólo se busca entretener al público. Podemos decir que se ha convertido en un Show.

Con respecto a los enviados y a los corresponsales, todo el mundo tiene envidia de todos los lugares que conocen, pero nadie sabe la situación real en la que se encuentran. Viven el horror de cerca, palpan la muerte, sufren cuando hay problemas con el envío de las crónicas, para que luego ni si quiera se haya emitido en el informativo. Hay quien no reconoce ese esfuerzo, que no escucha, que no valora ese trabajo lo suficiente. Pero, al final, siempre siguen adelante, sienten la obligación de ser los ojos de aquellos que no pueden estar allí.

El problema de los medios hoy en día, es que cada vez dan menos información internacional o ésta queda oculta en medio de asuntos nacionales y de sucesos y de deportes y plagada de estereotipos o de noticias repetitivas. Otro problema notable, es la inmediatez, que hace que se pierda la parte más verdadera del oficio, la de buscar información y reflexionar, la de conocer al‘’otro’’.

El cuarto capítulo se titula‘’Qué pasó mientras estábamos fuera’’, escrito por Ramiro Villapadierna. Este periodista, nos cuenta que el descaro y la acritud han envenenado la década periodística en España, y, lo han convertido en uno de los servicios más pobres.

Mientras los corresponsales están en otro país buscando noticias, los jefes están detrás decidiendo qué es lo que le interesa y lo que no al lector.

Se echa la culpa a Internet, pero quizá también sea debido a que los medios de masas han cosechado deserciones en masa.

La prensa española se ahoga en una crisis variada: de credibilidad, de identidad, sectorial y económica. Se ha vuelto tan desagradable ser periodista en España que es suerte poder esquivarlo alegando ser corresponsal, sorteando además odiosas comparaciones entre periodista y blogger.

Aún así, los corresponsales cogen fuerzas y siguen con el pensamiento de que la opinión pública tiene derecho a saber qué están haciendo nuestro gobierno, nuestros ejércitos y aliados, económicos o militares, en su nombre.


El quinto capítulo se titula‘’Alimentar a la bestia’’, escrito por Mikel Ayestaran.

Este periodista, nos cuenta que la falta de oportunidades, los contratos basura y colaboraciones mal pagadas son un muro infranqueable para la mayoría de los aspirantes que desean trabajar como periodistas, por lo que al final, acaban optando por caminos diferentes.

Con respecto a la información internacional, cuenta que ha sido duramente golpeada por la crisis y resulta caro costearla, por lo que ha crecido el número de corresponsales y enviados especiales low cost. También, esta crisis se debe a que España ha perdido interés en el área internacional, ya que pertenece a la Unión Europea y no se presenta con ninguna identidad propia. En cuanto a la cantidad de dinero que ganas, muchas veces en este tipo de periodismo, aunque narres un bombardeo, es menor que cuando mandas una crónica de fútbol sala del barrio.

En la información internacional, también podemos hablar de la introducción de lo que se conoce como fast food, ya que se ha recortado mucho tiempo en la elaboración de la noticia y se puede decir que se ha convertido en los refritos de agencias y páginas de internet.

El sexto capítulo se titula‘’Reporteros vocacionales buscan refugio informativo’’, escrito por Mónica G. Prieto.

Esta periodista, nos cuenta que las condiciones en el reporterismo han cambiado mucho en pocos años. Antes, había mucho tiempo para ver, analizar, preguntar, anotar todo en tu bloc de notas, hacer fotografías, etc., sin presión y sin prisas. Ahora nos vemos inmersos en una crisis existencial del periodismo que no es tanto económica, sino que afecta al espíritu de una profesión que tenía un gran afán por saber y por mostrar lo que el poder no quería que se mostrase. Nos hemos acomodado al poder, somos manipulados, hemos dejado de interesarnos por saber y nos hemos contentado con la versión que nos dan aunque sepamos que no tenga nada que ver con la realidad.

Aunque esta profesión se fuera convirtiendo poco a poco en la peor valorada por la sociedad, los informadores y los responsables de los medios no se querían dar cuenta, se creían el cuarto poder incluso cuando ejercían de esclavos del poder.

Los gestores se apoderaron de todo lo que hacían los buenos periodistas y esos buenos periodistas mutaron también en gestores económicos. Todo esto era un círculo vicioso cuyo único fin era manejar la información y manejar a parte de la opinión pública, por lo que la verdad dejó de interesar a esos empresarios.

El séptimo capítulo se titula ‘’El suicidio de una profesión’’, y está escrito por Javier Espinosa. Este periodista, nos cuenta que la invención de Little Printer representa uno de los males que adolece al periodismo y a la información hoy en día.

Critica la disminución del tamaño de una noticia o reportaje, ya que los lectores están pagando lo mismo que antes pero para estar menos informados. Esto se debe a que cada vez más se intenta imitar el estilo de las noticias que aparecen en Internet.

Debido a la rapidez de Internet, la noticia de ayer se ha quedado anticuada y ya no tiene ningún sentido que aparezca en los periódicos, por lo que deberían apostar por reportajes, historias propias, etc. Así los lectores pagarían, pero por buenas noticias de gran calidad, no por la rapidez y la mala e incompleta información.

El octavo capítulo se titula‘’El último corresponsal’’, y está escrito por David Jiménez.

Este periodista, nos cuenta que en esta profesión nada es lo que parece. Al inicio de tu carrera sueñas con ser reportero, vivir experiencias increíbles, conocer un montón de gente y de sitios nuevos, etc., pero luego te encuentras con que tu trabajo no se parece en nada a lo que habías imaginado. Acabas cubriendo noticias aburridas y asistiendo a ruedas de prensa, y, cuando menos te lo esperas, te convierten en corresponsal científico, aunque no tengas ni idea de qué es lo que tienes que hacer en tu nuevo puesto.

Aunque te pase todo esto, un día puedes tener suerte, y, verte de repente haciendo las maletas para cubrir una noticia en cualquier parte del mundo. Ahí sientes que empieza de verdad tu carrera periodística, que estás empezando a hacer lo que realmente querías y que a partir de ahí todo irá sobre ruedas.

El noveno capítulo se titula‘’Malabaristas del periodismo’’, y está escrito por Mayte Carrasco. Esta periodista, nos cuenta que los reporteros de guerra son como malabaristas que se enfrentan día a día a numerosos peligros de los cuales quizá no salgan con vida, para que luego lo que te pagan por tu noticia haga que no haya merecido la pena. Pero, en estos tiempos de crisis, te das cuenta de que es mejor que nada y que seguramente sea más de lo que puedas ganar aquí.

En cuanto a los freelance, comenta que deben ahorrar bastante dinero para cuando tengan que ir a cubrir una guerra, ya que, el dinero que lleven, les servirá para disminuir el riesgo de morir. Esto se debe a que cuanto más dinero lleves podrás contratar unos servicios de mayor calidad en los cuales estarás más protegido.

Todo esto se debe, a parte de la crisis, a la poca ayuda que ofrecen las empresas en nuestro país a sus colaboradores, envidiando así a los servicios que otros países les ofrecen a los suyos.




El décimo y último capítulo se titula ‘’La agonía del mensajero…’’, y está escrito por Javier Martín.

Este periodista, nos cuenta que hoy en día la verdadera pérdida a la que nos enfrentamos es la del periodismo pausado y profundo, la reflexión, la investigación, el testimonio, el contacto con las personas y la empatía hacia ellas, etc., que ha pasado a ser todo lo contrario, por lo que el periodismo se está debilitando.

También, otro tema preocupante que ha hecho temblar los cimientos de la profesión ha sido la aparición de la red y del aumento del uso de Internet por parte de la población, ya que proporciona muchas facilidades. Pero también tiene su parte mala, puesto que Internet ha acabado con el monopolio de información que tenía el periodismo, ahora cualquier persona puede divulgar noticias, algunas de ellas de una calidad ínfima y poco veraz. Noticias como estas hacen que el periodismo sufra una gran pérdida de valores y que se esté erosionando gravemente su prestigio.

Debido a esto, los periodistas están obligados a adaptarse a los nuevos tiempos, ser capaces de competir y ser capaces de demostrar que aún queda buen periodismo interesado en contar detalladamente la verdad, acercarse a la gente para que les cuenten los hechos, tomarse el tiempo necesario para obtener y redactar una noticia de calidad, y, sobre todo, contar más de lo que los grandes poderes de este país quieren que cuenten.


Como conclusión, podemos decir que está más que claro eso de que la crisis del periodismo nos afecta a todos, puesto que cada vez estamos menos informados y las noticias son de una calidad ínfima y pocas veces verificadas. Pero, el problema no es sólo ese, el problema es que a la mayoría de la población parece que le da igual, se contenta con lo que les cuentan.

Con respecto al pequeño porcentaje de la población que les preocupa esto, tampoco están bien informados, puesto que suelen criticar sin saber y echar la culpa de todo esto a los periodistas que simplemente están haciendo el trabajo como les mandan sus jefes, como cualquier otro empleado de cualquier empresa, ya sea de comunicación, o no. La culpa de todo esto, aparte del mal uso que hace la gente de su poder en internet y de la crisis económica que claramente es un pilar fundamental ya que no hay recursos, es, claramente, de las grandes empresas de comunicación que en vez de hacer todo lo que está en sus manos para sacar a flote esta profesión, hacen todo lo contrario, provocando así la crisis de prestigio que en este país sufre el Periodismo.






 

domingo, 2 de diciembre de 2012

Por Tidus, por todos los animales maltratados.

¿Esto es lo que os gusta? ¿Es vuestra afición hacer sufrir los animales?
Si buscamos una definición que se ajuste a vosotros, no saldría ninguna que fuera mínimamente buena.
Hay que ser cobarde, muy cobarde, para poder hacer esto, ¿quemarlo vivo? ¿por qué? ¿qué os ha hecho? Hay que tener mucha sangre fría y muy poco corazón. Estáis enfermos.....
 
No entiendo como puede haber personas capaces de hacer esto, de disfrutar haciendo sufrir, ya sea a personas como a animales. Pero, lo peor de todo, es que un animal no puede defenderse, no puede hacerte nada, no puede hablarte para decir que le estás haciendo daño. Solo llorar, chillar...esperar a que veas que es suficiente, que ya está sufriendo lo que tú querías que sufriese...
 Y que luego, después de todo lo que le has hecho, solo pueda mirarte con esa cara de pena y con esos ojos llorosos que reflejan todo el dolor que le acabas de causar, nada más...

Queman un perro atado a una valla en un solar de Benimàmet
 
La gente tiene que tomar conciencia de todo esto, y ver el tipo de personas que tienen alrededor. Luchar por esto, contra el maltrato animal.
 
Por Tidus, por todos los animales maltratados.
 
 



Deberes del Periodista.

I. Decir lo que acontece, no lo que quisiera que aconteciese o lo que se imagina que aconteció.

II. Decir la verdad anteponiéndola a cualquier otra consideración y recordando siempre que la mentira no es noticia y, aunque por tal fuere tomada, no es rentable.

III. Ser tan objetivo como un espejo plano; la manipulación y aun la mera visión especular y deliberadamente mostruosa de la imagen o la idea expresada con la palabra cabe no más que a la literatura y jamás al periodismo.

IV. Callar antes que deformar; el periodismo no es ni el carnaval, ni la cámara de los horrores, ni el museo de las figuras de cera.

V. Ser independiente en su criterio y no entrar en el juego político inmediato.

VI. Aspirar al entendimiento intelectual y no al pensamiento visceral de los sucesos y las situaciones.

VII. Funcionar acorde a su empresa --quiere decirse con la línea editorial-- ya que un diario ha de ser una unidad de conducta y de expresión y no una suma de parcialidades; en el supuesto de que la no coincidencia de criterios fuera insalvable, ha de buscar trabajo en otro lugar, ya que ni la traición (a sí mismo, fingiendo, o a la empresa, mintiendo), ni la conspiración, ni la sublevación, ni el golpe de estado son armas admisibles. En cualquier caso, recuérdese que para expòner toda la baraja de posibles puntos de vista, ya están las columnas y los artículos de opinión.

VIII. Resistir toda suerte de presiones: morales, sociales, religiosas, políticas, familiares, económicas, sindicales, etc., incluídas las de la propia empresa. (Este mandamiento debe relacionarse y complementarse con el anterior.)

IX. Recordar en todo momento que el periodista no es el eje de nada sino el eco de todo.

X. Huir de la voz propia y escribir siempre con la máxima sencillez y corrección posibles y un total respeto a la lengua. Si es ridículo escuchar a un poeta en trance...¡qué podríamos decir de un periodista inventándose el léxico y sembrando la página de voces entrecomilladas o en cursiva!

XI. Conservar el más firme y honesto orgullo profesional a todo trance y, manteniendo siempre los debidos respetos, NO INCLINARSE ANTE NADIE.

XII. No ensayar la delación, ni dar pábulo a la murmuración, ni ejercitar jamás la adulación: al delator se le paga con desprecio y con la calderilla del fondo de reptiles; al murmurador se le acaba cayendo la lengua, y al adulador se le premia con una cicatera y despectiva palmadita en la espalda.