martes, 18 de junio de 2013

Paro y ayudas sociales como consecuencia de la crisis


Es por todos conocido que actualmente, la crisis económica está creando cada vez más estragos en una sociedad cansada ya de aguantar los innumerables recortes que ha sufrido en los últimos años, los cuales se han traducido en escalofriantes datos en el número de parados que no baja de los seis millones. A consecuencia de esto, la economía de las familias españolas se está debilitando gravemente, ocasionando la necesidad de hacer grandes sacrificios para poder llegar dignamente a final de mes.

La crisis económica española comenzó en el año 2008 tras el pinchazo de la burbuja inmobiliaria y ha continuado hasta nuestros días, incluyéndose también en el marco político y social. A partir de entonces la subida de los precios junto con las medidas de austeridad y el desempleo son la nota dominante de este país. El desempleo, tras alcanzar el mínimo con el 8% entre los años 2006 y 2007, comenzó a subir con la llegada de la crisis en 2008, alcanzando máximos históricos en el año 2012 con un 26% de la población en paro. ‘Vivimos una situación de emergencia social con 6,2 millones de parados, una cifra sin precedentes y, sin embargo, no veo iniciativas políticas […] la reforma laboral ni ha frenado la sangría del desempleo ni la alta mortalidad empresarial. Solo ha abaratado los despidos y los salarios’’ explica Gabriela Cañas, columnista de Sociedad del periódico El País. Por ello, las familias se resignan haciendo cola en las puertas del INEM, mientras intentan mantener su calidad de vida con lo poco que cobran en el paro. Tristemente poco se puede hacer con esto, cada día que pasa la situación empeora, no se genera trabajo, y se puede observar que  las personas tienen una visión cada vez más pesimista sobre la situación, no creen que esto se vaya a solucionar pronto. Esto se traduce en una total desesperación. Antes, lo peor que podía pasar era que uno de los miembros del hogar estuviera en el paro, pero actualmente se pueden encontrar muchas familias que tienen a más de un miembro sin trabajo. Lógicamente, la situación termina haciéndose insostenible, el poco dinero que entra en las cuentas bancarias no basta para llegar a final de mes, hay muchos gastos que cubrir –contando con las numerosas subidas en agua, luz, gas, etc.- y bocas que alimentar, por lo que muchos hogares tienen que recurrir a ayudas sociales.

Situaciones extremadamente precarias requieren ayudas estatales

Las ayudas sociales se están volviendo muy conocidas, ya que cada vez son más las familias que se deciden a pedir algún tipo de apoyo, ya sea alojamiento, actividades para los más pequeños, donativos de ropa, etc., pero sin duda una de las ayudas que más importantes son las que ofrecen los comedores sociales. ‘Una parte enorme y creciente de la población está atravesando grandes dificultades económicas, con problemas incluso para alimentarse adecuadamente’’ añade Gabriela Cañas. Por ello cabe destacar la labor que estos comedores ofrecen a la sociedad. Muchos de estos establecimientos son municipales, por lo que tienen que llevar a cabo una rigurosa vigilancia con la finalidad de que no todo el mundo pueda obtener estas ayudas, ya que puede ocurrir que alguna persona quiera aprovecharse de esta buena voluntad. Para ello, las personas interesadas tienen que cumplir ciertos requisitos, entre los cuales, destaca el disponer de ingresos inferiores a la Renta de Garantía de Ingresos. Estos comedores son gratuitos o bien se tiene que abonar una pequeña contribución. Por otro lado, los dependientes de entidades religiosas –más fáciles de encontrar- son de acceso libre y sin ninguna restricción. Un ejemplo de este tipo de establecimientos es el comedor Virgen de la Candelaria, situado en el barrio madrileño de Simancas, en el distrito de San Blas. Este comedor, ‘’recibe donativos de instituciones privadas, particulares y sobre todo de la Orden de Malta con sus fondos’’, cuenta Beltrán Carmona, trabajador de este centro social. Con el transcurso de la crisis, sobretodo en este tipo de barrios obreros de Madrid, se nota más que en otros lugares el cambio en el perfil de las personas que acuden en busca de estas ayudas, ‘’cada vez hay más familias, gente que hace unos años no esperabas encontrarte aquí y también más voluntarios, ya que cada vez hay menos trabajo’’ añade Beltrán.

Comedores y lugares de recogida de alimentos, también afectados por la crisis

Los comedores sociales y los centros de reparto de alimentos, también han notado en estos últimos años las consecuencias de la crisis. Cada vez disponen de menos comida, ya que los donativos son cada vez menores. Este es el caso del centro Obra Social Nazaret, también situado en el distrito madrileño de San Blas y dependiente de entidades religiosas. En sus inicios, este lugar era un comedor social, pero con el paso del tiempo se ha transformado en un lugar de reparto de alimentos, el cual ha tenido que cerrar temporalmente por falta de suministros. Sin embargo, sigue ofreciendo otro tipo de actividades como campamentos de verano para los más pequeños.

 

En relación con todo lo citado anteriormente, añadir que la política económica que se está aplicando en España -y en el resto de Europa- está estrangulando la economía. Hay una clara obsesión europea por controlar el déficit público si el precio de tal control es reducir la demanda interna, paralizar la economía y, por tanto, aumentar el paro. El resultado de esas políticas económicas es evidente: el empobrecimiento de la población y una enorme desigualdad social. Un Estado democrático y social como el español, no puede negar ayudas sociales, de modo que la presión sobre las finanzas públicas crece y, por tanto, la necesidad de mayores recortes, siguiendo las directrices de una política económica liberal que vela más por las empresas y la banca que por sus ciudadanos.


Lucía.

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