Es por
todos conocido que actualmente, la crisis económica está creando cada vez más
estragos en una sociedad cansada ya de aguantar los innumerables recortes que
ha sufrido en los últimos años, los cuales se han traducido en escalofriantes
datos en el número de parados que no baja de los seis millones. A consecuencia
de esto, la economía de las familias españolas se está debilitando gravemente,
ocasionando la necesidad de hacer grandes sacrificios para poder llegar
dignamente a final de mes.
La crisis económica española comenzó en el año 2008 tras el
pinchazo de la burbuja inmobiliaria y ha continuado hasta nuestros días,
incluyéndose también en el marco político y social. A partir de entonces la
subida de los precios junto con las medidas de austeridad y el desempleo son la
nota dominante de este país. El desempleo, tras alcanzar el mínimo con el 8%
entre los años 2006 y 2007, comenzó a subir con la llegada de la crisis en
2008, alcanzando máximos históricos en el año 2012 con un 26% de la población
en paro. ‘’Vivimos una situación de emergencia social
con 6,2 millones de parados, una cifra sin precedentes y, sin embargo, no veo
iniciativas políticas […] la reforma laboral ni ha frenado la sangría del desempleo
ni la alta mortalidad empresarial. Solo ha abaratado los despidos y los
salarios’’ explica Gabriela Cañas, columnista de Sociedad del periódico El
País. Por ello, las familias se resignan haciendo cola en
las puertas del INEM, mientras intentan mantener su calidad de vida con lo poco
que cobran en el paro. Tristemente poco se puede hacer con esto, cada día que
pasa la situación empeora, no se genera trabajo, y se puede observar que las personas tienen una visión cada vez más pesimista
sobre la situación, no creen que esto se vaya a solucionar pronto. Esto se
traduce en una total desesperación. Antes, lo peor que podía pasar era que uno
de los miembros del hogar estuviera en el paro, pero actualmente se pueden
encontrar muchas familias que tienen a más de un miembro sin trabajo.
Lógicamente, la situación termina haciéndose insostenible, el poco dinero que
entra en las cuentas bancarias no basta para llegar a final de mes, hay muchos
gastos que cubrir –contando con las numerosas subidas en agua, luz, gas, etc.-
y bocas que alimentar, por lo que muchos hogares tienen que recurrir a ayudas
sociales.
Situaciones extremadamente precarias requieren ayudas estatales
Las ayudas sociales se están volviendo muy conocidas, ya que
cada vez son más las familias que se deciden a pedir algún tipo de apoyo, ya
sea alojamiento, actividades para los más pequeños, donativos de ropa, etc.,
pero sin duda una de las ayudas que más importantes son las que ofrecen los
comedores sociales. ‘’Una parte enorme y creciente de la población
está atravesando grandes dificultades económicas, con problemas incluso para
alimentarse adecuadamente’’ añade Gabriela Cañas. Por ello cabe destacar la
labor que estos comedores ofrecen a la sociedad. Muchos de estos
establecimientos son municipales, por lo que tienen que llevar a cabo una
rigurosa vigilancia con la finalidad de que no todo el mundo pueda obtener
estas ayudas, ya que puede ocurrir que alguna persona quiera aprovecharse de
esta buena voluntad. Para ello, las personas interesadas tienen que cumplir
ciertos requisitos, entre los cuales, destaca el disponer de ingresos
inferiores a la Renta de Garantía de Ingresos. Estos comedores son gratuitos o
bien se tiene que abonar una pequeña contribución. Por otro lado, los
dependientes de entidades religiosas –más fáciles de encontrar- son de acceso
libre y sin ninguna restricción. Un ejemplo de este tipo de establecimientos es
el comedor Virgen de la Candelaria, situado en el barrio madrileño de Simancas,
en el distrito de San Blas. Este comedor, ‘’recibe donativos de instituciones
privadas, particulares y sobre todo de la Orden de Malta con sus fondos’’,
cuenta Beltrán Carmona, trabajador de este centro social. Con el transcurso de
la crisis, sobretodo en este tipo de barrios obreros de Madrid, se nota más que
en otros lugares el cambio en el perfil de las personas que acuden en busca de
estas ayudas, ‘’cada vez hay más familias, gente que hace unos años no
esperabas encontrarte aquí y también más voluntarios, ya que cada vez hay menos
trabajo’’ añade Beltrán.
Comedores y lugares de recogida de
alimentos, también afectados por la crisis
Los comedores sociales y los centros de reparto de alimentos,
también han notado en estos últimos años las consecuencias de la crisis. Cada
vez disponen de menos comida, ya que los donativos son cada vez menores. Este
es el caso del centro Obra Social Nazaret, también situado en el distrito
madrileño de San Blas y dependiente de entidades religiosas. En sus inicios,
este lugar era un comedor social, pero con el paso del tiempo se ha
transformado en un lugar de reparto de alimentos, el cual ha tenido que cerrar
temporalmente por falta de suministros. Sin embargo, sigue ofreciendo otro tipo
de actividades como campamentos de verano para los más pequeños.
En relación con todo lo citado anteriormente, añadir que la política económica que se está aplicando en
España -y en el resto de Europa- está estrangulando la economía. Hay una clara obsesión
europea por controlar el déficit público si el precio de tal control es reducir
la demanda interna, paralizar la economía y, por tanto, aumentar el paro. El
resultado de esas políticas económicas es evidente: el empobrecimiento de la
población y una enorme desigualdad social. Un Estado democrático y social como
el español, no puede negar ayudas sociales, de modo que la presión sobre las
finanzas públicas crece y, por tanto, la necesidad de mayores recortes, siguiendo
las directrices de una política económica liberal que vela más por las empresas
y la banca que por sus ciudadanos.
Lucía.
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